Sentados junto al
fuego
Nuestras manos
entrelazamos
Y sin querer
lentamente
Nuestros labios se
besaron.
Era una fría tarde de
invierno
La lluvia caía sobre
el cristal
Tus ojos miraron los
míos diciendo
Mi vida, ámame un
poco más.
Déjame ser tu dueño
Dijiste con dulzura
Mientras besabas y
acariciabas
Mi cuerpo con pasión
y ternura.
Tus besos y caricias
Me llenaron de
felicidad
Desde aquella tarde
juramos
No separarnos nunca
más.
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